A mi parecer, leyendas urbanas: por mucho que se cacareen repetidamente los experimentos llevados a cabo en cines con publicidad subliminal, no se ha demostrado la eficacia de ese método. La decisión última de comprar un producto reside en el propio consumidor; podría compararse a las sesiones de hipnosis: si tú no quieres que te hipnoticen, por mucho que lo intente el especialista, no conseguirá nada a menos que se lo permitas. Y suponiendo que accedas a la hipnosis, tampoco realizarás ninguna acción que conlleve un riesgo para tu salud -una película en clave de humor sobre el tema es La maldición del escorpión de Jade, de Woody Allen-.
Por tanto, seguirán existiendo múltiples especulaciones acerca del asunto, pero solo serán eso, especulaciones.
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