viernes, 27 de enero de 2006

Ponga un publicista en su vida

puesta de solAlgunos expertos ya anticipan el ocaso de la publicidad, al menos de la publicidad bien hecha. Denuncian las malas artes de las nuevas generaciones de publicistas, que descuidan su oficio y dan mala fama al resto. Yo no sé muy bien si se trata de una llamada a la cordura o más bien de un alarido de preocupación que surge desde lo más profundo de aquellos que controlaban el cotarro hasta hace bien poco. En cualquier caso, grandes cerebros de la publicidad en España así lo afirman, y se debería, cuanto menos, tomar en cuenta su opinión.
Todo esto viene al caso porque, como publicista en ciernes -bueno, aún estoy en primero de carrera, pero todo llegará-, me preocupa que mi trabajo pudiera no ser tomado en justa consideración por los altos cargos del sector, recibiendo comentarios despectivos de estos.

Aunque, cuando el río suena, agua lleva, porque sí es cierto que algunas campañas recurren al mal gusto o a la agresividad visual para tratar de impactar al receptor, que de ciertos golpes puede no llegar a recuperarse jamás (para muestra un botón: humans for animals y humans for animals bis). No se cómo os quedará el cuerpo después de ver eso, pero a mí se me ocurren cosas como unirme a Aldeas Verdes o así. Ay, dónde quedarán las musas que antes inspiraban no solo a literatos, sino también a creativos...

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