Mirando por encima del hombro a otro de los entusiastas comensales, una chispa malévola asomó a su mirada. Z. Porter había abusado de los cócteles, abuso que pagaría a continuación alguno de los incautos que le acompañaban. Implacable y ácida a un tiempo, desató su lengua para escupir un improperio envuelto en elegantes ropajes de fino sarcasmo y falsa inocencia. Y Dios sabe que el infierno no está empedrado de buenas intenciones, sino de enemigos declarados de Zara P.-Ha sido tan estimulante como devorar un cadáver... un cadáver poco hecho, ya me entendéis.
Bastó una gélida mirada del maître para saber, Porter y acompañantes, que jamás volverían a pisar aquel antro de pretendida nouvelle cuisine.
Link del día: Tratado gafapasta

0 comentarios:
Publicar un comentario