lunes, 7 de agosto de 2006

El tiempo de las piedras

alcantarillaLa rata olisqueó con atención el espacio vacío en torno a ella: podía detectar con toda claridad cierto olor nauseabundo. Adivinando lo que era, meneó la cabeza para desechar ese pensamiento, aunque el olor persistió en su hocico durante algunos segundos más. El brillo en sus ojillos taimados daba a entender que tenía una tarea mucho más importante que realizar en esos momentos. Por tanto, no se demoró más en la cuestión, y empezó a agitar sus patas furiosamente, con escaso resultado, a su pesar: la situación se presentaba más compleja de lo que había previsto en un principio. Se necesitaba mucha más paciencia y concentración de la que normalmente se podía encontrar en una rata -y más en una rata como aquella, no muy avispada. Comenzó a plantearse la posibilidad de obtener ayuda -aunque siempre se había bastado ella sola-, y miró a su alrededor esperanzada. Tras unos momentos de indecisión, resolvió seguir en solitario, poniendo esta vez mucho más cuidado y atención. Comenzó por deslizar suavemente sus extremidades superiores en dirección a sus bigotes parduscos; a continuación, efectuó mentalmente la operación, imaginando la delicadeza que debía emplear. Hecho esto, agarró con firmeza el pedazo de metal que asía entre sus patas y tiró de los bigotes. Un intenso dolor apareció en esa zona; sin embargo, eso no iba a detenerla, y se dispuso a tirar de nuevo, esta vez, más consciente de la reacción de su cuerpo. Repitió la acción unas cuantas veces más hasta que quedó satisfecha. Entonces, una voz resonó a pocos metros; una barriga asomó por la puerta, y una cara rechoncha la miró con interés:

-Cariño, es hora de irse. Deja ya de emperifollarte, y abre de una vez ese ventanuco para que esto se ventile... por Dios, juraría que hace siglos que no limpian en este cuartucho.

-Ya voy, amor. Me repaso los labios y nos vamos. Deberías hablar con el encargado para que adecente esto. Por lo pronto, yo no pienso volver a pisar este motel de mierda hasta que me asegure de que lo han limpiado.

-Eso mismo he dicho yo... venga coño, que adonde vamos no van a fijarse si llevas maquillaje encima. Te espero en el coche.

-Ya salgo.



Vídeo: Suede, "The Beautiful Ones".

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