domingo, 9 de agosto de 2009

Eternity was nothing else than the redemption of time

sea of love
El agua se había cubierto de medusas irisadas, cuyos colores cambiaban al ritmo de las olas, quedándoles la constante de un azul añil orlado de festones rojos. El Arrow, bogando despacio, cortaba una vasta migración de aguamalas, orientada hacia la costa. Sofía, observando la multitud de esas criaturas efímeras, se asombraba ante la continua destrucción de lo creado que equivalía a un perpetuo lujo de la creación: lujo de multiplicar para suprimir en mayor escala; lujo de tanto engendrar en las matrices más elementales como en las torneadoras de hombres―dioses, para entregar el fruto a un mundo en estado de perpetua devoración. Del horizonte acudían, bajo hermosos ropajes de fiesta, esas miríadas de vidas aún suspendidas entre lo vegetal y lo animal, para ser dadas en sacrificio al Sol. [...] Y después de las medusas vinieron unos vidrios viajeros ―rosados, amarillos, listados― en tal diversidad de colores reflejando la encendida luz meridiana, que parecía la nave dividir un mar de jaspe. Sofía, con las mejillas ardientes, el pelo suelto en la brisa, se gozaba de un contento físico jamás conocido antes. Podía estarse durante horas a la sombra de un velamen, mirando las olas, sin pensar en nada, entregada a una voluptuosidad del cuerpo entero ―blanda, perezosa, con los sentidos atentos a cualquier solicitud placentera.

ALEJO CARPENTIER: El siglo de las luces

2 comentarios:

María dijo...

Qué bueno es este libro, gracias por recordármelo

Barb dijo...

¡de nada!