martes, 31 de marzo de 2009

Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado

mundo
Y más te duele saber que por más que lo intentes, no puedes ser como ellos, puedes solo ser una calca, una aproximación, porque después de todo, di: ¿tu visión de las cosas, en tus peores o en tus mejores momentos, ha sido tan simplista como la de ellos? Nunca. Nunca has podido pensar en blanco y negro, en buenos y malos, en Dios y Diablo: admite que siempre, aun cuando parecía lo contrario, has encontrado en lo negro el germen, el reflejo contrario de su opuesto: tu propia crueldad, cuando has sido cruel, ¿no estaba teñida de cierta ternura? Sabes que todo extremo contiene su propia oposición: la crueldad la ternura, la cobardía el valor, la vida la muerte: de alguna manera -casi inconscientemente, por ser quien eres, de donde eres y lo que has vivido- sabes esto y por eso nunca te podrás parecer a ellos, que no lo saben. ¿Te molesta? Sí, no es cómodo, es molesto, es mucho más cómodo decir: aquí está el bien y aquí está el mal. El mal. Tú nunca podrás designarlo. Acaso porque, más desamparados, no queremos que se pierda esa zona intermedia, ambigua, entre la luz y la sombra: esa zona donde podemos encontrar el perdón. Donde tú lo podrás encontrar. ¿Quién no será capaz, en un solo momento de su vida -como tú- de encarnar al mismo tiempo el bien y el mal, de dejarse conducir al mismo tiempo por los hilos misterioso, de color distinto, que parten del mismo ovillo para que después de hilo blanco ascienda y el negro descienda y, a pesar de todo, los dos vuelvan a encontrarse entre tus mismos dedos?

CARLOS FUENTES: La muerte de Artemio Cruz

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