miércoles, 24 de octubre de 2007

Lo que ya no conseguía soportar

Era la risa, la risa en sí, esa súbita y violenta distorsión de los rasgos que deforma el rostro humano, que lo despoja en un instante de toda dignidad. Si el hombre ríe, si es el único, en el reino animal, que muestra esa atroz deformación facial, es también porque, superando el egoísmo de la naturaleza animal, es el único que ha alcanzado la fase infernal y suprema de la crueldad. (...) Por primera vez sentí de verdad esa famosa, esa terrible tristeza de los cómicos; por primera vez comprendía realmente a la humanidad. Había desmontado los mecanismos de la máquina y podía hacerlos funcionar a voluntad. (...) Cada vez que el público se reía (y podía preverlo de antemano, sabía dosificar mis efectos, era un probado profesional), me veía obligado a apartar la mirada para no ver aquellas fauces, aquellos centenares de fauces estremecidas, agitadas por el odio.

HOUELLEBECQ: La posibilidad de una isla

1 comentarios:

An dijo...

Interesante texto, como interesante la ilustración :) Saludos